domingo, 7 de marzo de 2010

Conviviendo

La convivencia, esas delicias de compartir el piso. Llegas cansada de trabajar y tal vez no tengas ganas de hablar con nadie, no especialmente con ella, con nadie. Has hablado todo el día , has escuchado a los clientes. Les has explicado cien veces que y como se hace aquello, has oído sus quejas y has aplacado los ánimos. Cuando llegas a casa solo piensas en el sofá y la mantita, (es invierno y hace frío ) y en lugar de eso te encuentras con tu madre que maravillosa como es ella te espera con la comida caliente y la lengua también. Ávida ella de soltar todas las palabras que ha juntado a lo largo del día y no ha podido decirle a nadie. Ansiosa de contarte todo lo que ha carburado durante el día y ha guardado cariñosamente para compratir contigo. Al igual que cada vez que te pones a dieta por lo que sea , y ella feliz te comenta como al pasar que acaba de prepararte ese plata maravilloso que tanto te gusta lleno de salsa bechamel... para cenar.


Ni que hablar de cuando tienes los minutos contados para arreglarte y salir y a ella se le antoja buen momento par darse una ducha.

Encuentros y desencuentros entre dos que comparten piso, sean madre, amiga, hermana o pareja. Estas cosas del vivir cotidiano que te hacen saltar los fusibles de vez en cuando sea quien sea el que está del otro lado, lo que ocurre es que cuando se trata de la pareja la sangre puede llegar al río. Al Sena y pensando que estamos en Barcelona imagínense que lejos. Es que estas minucias entre familia y amigos se disculpan más, si estos desacuerdos vienen de la pajera uno ya entra en otras consideraciones como “ ya no me quieres” “ no me cuentas tus cosas” “ te hago algo rico y tu no les das importancia” “ prefieres el sofá a estar conmigo” y la verdad a veces si. Pero no es por que no te quiera, es que en el día a día, donde compartimos todo a veces tengo ganas de dormir o de no hablar y no es falta de cariño es exceso de trabajo, cansancio y esto solo se arregla con un rato de relax a solas. Si a solas. Que no significa soledad eterna. Es solo un ratito de soledad consensuada, un poco de privacía para mi y para ti. Yo voy a abusar un ratito del sofá. Vos mirá el fútbol. Y en una hora y media nos reencontramos con ganas .

Hasta luego compañeros de piso...