Te levantas una mañana como tantas, desayunas, piensas que el día será igual que todos. Pero enciendes el ordenador, revisas tus mails y bingo! Ahí hay una noticia que puede cambiarlo todo.
La noticia es sólo el comienzo, es la cerrilla en la pólvora. A partir de allí cuenta lo que hagas para llegar al final de la carrera y ser el que rompa la cinta. Habrá que sortear con éxito una carrera de obstáculos, o varias, digerir apropiadamente los nervios y los estados anímicos que acompañan el proceso y luego esperar.
Pero una vez todo pasa y te ves cortando la cinta comienza otra historia.
Una que pasa a modo de fotogramas blanco y negro lo vivido hasta hoy. Los buenos y los malos momentos. Las caras amables y las otras.
De repente las piezas del tablero han quedado colocadas de manera diferente. De forma inesperada los personajes han cambiado de sitio, de ropa y hasta de nombre.
Todo esto viene a recordarme aquella frase de “nada es para siempre” ni lo bueno ni lo malo. Ni estar arriba ni estar abajo, ni ganar siempre, ni perder todos los partidos. No siempre que llegas se acaba de ir el ascensor hasta el piso 16, ni siempre hay un un guapo guapísimo sujetándote la puerta para que subas.
Ni el gordito dueño de la pelota será siempre el que diga quien puede jugar.
La vida cambia. Como un barco, gira su rumbo sin avisar. Hay que estar atento para no caerse al agua y mejor aún, aprovechar el giro para ir hacia adelante.
Porque a fin de cuentas es el único lugar interesante que me queda por conocer.
Entre tanto ojo! con las ratas que se bajan de los barcos cuando creen que se hunden y los piratas que van al abordaje cuando creen que hay un tesoro abordo.
Por que en estas historias de caminos y de barcos hay ratas y piratas. Pero también hay buenos navegantes que saben esquivar los cantos de sirenas e ir siempre hacia adelante.