lunes, 26 de marzo de 2012

Fluyendo

O ir con la corriente, o dejarse llevar. Que no es lo mismo que ir a la deriva.
Cuando empecé a aprender a bailar tango lo más difícil fue aprender a dejarme llevar.

Yo nunca había hecho antes baile de parejas y esto de tener que entender lo que proponía el hombre y seguirlo para mi era todo un misterio. Y un día se convirtió en todo un reto.

El tango me gustaba, me gusta, me apasiona. Y me había propuesto aprender como fuera. Sudar hasta llegar a disfrutar. Hasta seguir al compañero de turno como si fuera una parte de el mismo.

Una noche en una milonga un chico al sacarme a bailar me dijo – El tango no es tan difícil, es cuestión de confiar y dejarse llevar. A lo lo que yo respondí – Puf!! mi materia pendiente pero en la vida y solté la carcajada. Luego descubriría que el tenía razón. Y mucho después comprobaría también que las materias pendientes un día se rinden y se aprueban.

Mucho después de esta frase, aprendería como tanto en el baile como en la vida cuando te relajas y te dejas ir con la corriente todo se acomoda solo, bien. La vida se acomoda, el cuerpo se acomoda, las emociones, emocionan, se sienten, pero no aturden. No te sacan de tu eje. Como en el baile, cuando te relajas, y te dedicas a sentir a tu compañero sigues naturalmente y lo gozas.

El baile se parece mucho a la vida, ya lo decía mi abuela: la vida es un tango y el que no baila un tonto. Y era gallega la abuela, pero gozaba de la sabiduría de la vida, y sin duda el Río de la Plata caló hondo en ella también.

El domingo fui a la clase y la milonga con una determinada expectativa. Lo que sucedió no fue exactamente lo que tenía previsto, sin embargo en este fluir podríamos decir que fue lo que tenía que pasar y la verdad fue estupendo.

La vida es un tango, yo estoy aprendiendo a disfrutarlo.

lunes, 19 de marzo de 2012

Nostalgias

Hace unos días vi en el Facebook, una foto de un amigo que vive en la Patagonia Argentina haciendo un asado de pollo y corderito patagónico. Y me entró una nostalgia increíble.


Me dio por extrañar nuestras mas lindas costumbres, los asados del domingo que reúnen a toda la familia, o los amigos que son como una familia para nosotros. Las mateadas de la tarde, eso de sentarse en ronda y compartir el mate, algunos dulce ( guac) otros amargo, con facturas. Que no son cosas que se pagan sino, pastitas que pueden tener dulce de leche, crema pastelera o dulce de membrillo. Bah un festín de calorías y de amores compartidos.

Me dio por extrañar la manera en que nosotros tenemos de expresar nuestros afectos. Las reuniones en las casas, las sobremesas y las tardes de mate interminables en donde nos ponemos al día de lo que ha pasado y debatimos de todo hasta sentir que hemos arreglado el mundo.

A veces siento que aquí me falta eso. Y hace un minuto una amiga argentina que vive por aquí nomás me envía por el móvil una foto de unas empanadas bien nuestras con sugerida invitación incluida, ni que me estuviera leyendo la mente...

Cosa rara la nostalgia. Es como un velo que nos cubre a ratos. Pero igual que la niebla cuando está, todo se ve a través de ella. No, no estoy pensando en cambiar de domicilio. Solo digo que extraño algunas costumbres, formas de expresión y que vaya uno a saber por que apareció estos días. Como la niebla, sabemos que viene y luego se va.

Aún así estos días es como que estoy cómoda dentro de la niebla. Como si necesitara envolverme en ella para luego quitármela, como se quita una la toalla después de secarse al salir de la ducha.

Ayer veía a un hombre de aquí darle un cálido abrazo a una amiga, (si amiga), con frotada en la espalda y sonrisa ancha incluidas y me llamó la atención, pensé: podría poner esta escena en mi barrio, el de allá. No es que esto aquí no suceda nunca... pero es inusual. Bah que de haber podido les tomaba una foto. Me gustó la escena, me resultó familiar, cálida, conocida. Hoy de camino al trabajo me encontré temprano por la mañana una amiga en el metro que me invitó a compartir el sábado una jornada solidaria y también la vi con los ojos de la niebla, pero esta vez una niebla cálida envolvente y protectora. Y pensé que la niebla ira conmigo siempre pero como van los amigos y la sombra haciendo compañía.

lunes, 12 de marzo de 2012

El misterio de Sagrera

Hay momentos en los que realmente no entiendo y no soporto la estupidez humana.
Por ejemplo cuando se abren las puertas del metro en la estación de Sagrera a las 8 y pico de la mañana , hora en que casi todos vamos a trabajar y los pasajeros de la línea azul tratamos de salir del tren para luego tomar la línea roja en otro andén.

Vaya misión imposible según el día, las fases de la luna, las mareas si las hubiera, y la gente que ese día nos haya regalado la línea roja. Lo que esta gente parece no entender es que si quieren entrar primero tienen que dejar salir a toda la marea humana que hay dentro, que el vagón casi se vacíe y así entrar cómoda y rápidamente. En lugar de esto se plantan ante las puertas como si del fin del mundo se tratara y con solo entrar estuvieran salvados.

Resultado: nadie sale ni entra.

Pues el viernes perdí un pelín los nervios cuando una señora con carro de compra incluido, pretendió empujar para entrar ella sin antes dejar salir a nadie. Pues descubrí que mi brazo izquierdo puede ser muy útil, sobre todo si tenemos en cuenta que soy diestra. Brazo izquierdo a la altura de mi pecho ( más o menos) y una actitud de guerrero en primera línea de fuego- que ahí estaba- arremetí yo primero contra la bruja del carro y a grito de “dejen salir si quieren entrar- logré abrir una brecha por la que fuimos saliendo todos.

Dios mio! Que manera de empezar el día, y todo esto para ir a trabajar, no para cobrar un billete millonario de la lotería. Señora que el mercado no se vacía, que hay tomates y pescado todo el día!

Ahora lo que más me sorprende es que esto pasa sólo en el andén de la línea azul con los pasajeros provenientes del mismo barrio y de la línea roja con la que se puede intercambiar allí. Que fenómeno inexplicable se produce? Es que hay algún gas nervioso en el andén? Por que luego ya en el andén de la roja los pasajeros esperamos pacientemente a los costados de las puertas para que los que están dentro salgan y así podamos entrar nosotros que con tanto entusiasmo vamos a trabajar. Que diablos pasa en la la línea azul en Sagrera? Por que forman una barrera humana que da claustrofobia y ganas de mandar a alguna señora con carro a algún sitio más lejano que el mercado?

En fin que esta es una de esas preguntas sin respuesta que uno se hace ya que el fenómeno se repite cada mañana. Me voy a pensar eso de ir con mascarilla como los japoneses no sea que esto contagie y yo también me vuelva una loca que trata de entrar en los trenes como si en ello le fuera la vida.

Y tal vez la imagen de alguien con mascarilla resulte disuasiva para brujas con carro y mareas humanas irracionales que tal vez abran paso por miedo a contagiarse la gripe del año.

lunes, 5 de marzo de 2012

El milagro de dar vida

Ninguna de las tres podíamos dejar de miralo.

Acaparó nuestra atención durante toda la tarde aún, mientras dormía en su super moderno carro eléctrico que le acuna solo. Por cierto me dejó sin la inestimable misión de mecerlo para que no se despertara.

La madre primeriza no sale de su asombro de que ella con su cuerpo haya creado a esta nueva personita. Nosotras sus amigas, no dejamos de admirarnos del milagro de ver a este nuevo ser tan perfecto, completo y feliz que ha sido creado como de la nada y ya ahora entre nosotros hace que no podamos hablar de otra cosa cuando lo tenemos delante y cuando no también.

Siempre me ha parecido un milagro el poder dar vida a través del cuerpo y el poder alimentarlo también con el.

La mujer tiene el privilegio de ser quien lleva dentro de si la vida desde el primer instante, y de ser quien con su propio cuerpo la alimente.

No todas tienen la fortuna de ejercer el papel más importante de esta película, no todas quieren. Respetable. Pero todas son potencialmente madres. Todas tienen esta condición. Todas tienen en su vientre la cunita más tibia para llevarlo 9 meses. Todas tienen dos pechos dispuestos para alimentarlo cuando por fin llegue. Todas son dueñas del milagro de dar vida. Uno que ni todos los avances de la ciencia pueden reemplazar. Uno que por mucho que se empeñe quien se empeñe nos hará diferentes del hombre para siempre. Y no por causas menores, ni políticas, ni de moda, ni de feminismo, ni de machismo sino por que para parir hay que ser mujer. Creo que aquí no puede haber mucho desacuerdo.

Pero una vez la nueva personita, está aquí, ser madre y ser padre es otra cosa. Aquí ya podemos entrar a tirarnos de los pelos y discutir quien es mejor, más capaz, si existe el instinto maternal o no, si un bebé necesita más a mamá o a papá. Y aquí podemos tener mil opiniones diferentes, opuestas, complementarias, negociables. Por que si toma biberón, da igual quien se levante a las 3 de la mañana para dárselo, cualquiera puede cambiarle los pañales y también es igual cual de los dos se levanta si llora para calmarlo. Aquí sí, estamos igualados en posibilidades de ejercer de buenas mamás y papás. Este es el momento de darlo todo por esta personita que salió como de la nada, pero sabemos que no es así :)) ahora es el momento de hacer cada uno su mejor papel para ser la mejor mamá y el mejor papá que el bebé pueda tener. Aquí no cuenta el sexo, cuenta el amor.

Por que aunque es cierto que para una madre un hijo será siempre como una parte de su ser, hay padres que bien podrían haber sido madres. No me atrevería yo a poner en duda cuanto aman a sus hijos y todo lo que están dispuestos a dar por ellos.

Tanta admiración me provoca el privilegio femenino de dar vida como la renuncia y el esfuerzo compartido para ser el faro que guíe a este nuevo ser a todo lo largo del camino. Por cierto un camino que cada vez parece más largo. Y sin duda más difícil y sinuoso que nunca.

Brindo por estos faros, para que a pesar de todas las dificultades personales no dejen nunca de alumbrar.