lunes, 26 de diciembre de 2011

Espíritu navideño

En esta época del año es inevitable, sentir con más fuerza o más emoción todo lo que nos rodea, especialmente las reacciones de la gente.

En estas fechas, los “te quiero mucho” parecen tener mayor peso que en julio o en septiembre.

En estos días es cuando todos tratamos de ponernos al día, con aquellos con los que no tenemos tiempo de hablar a menudo. Decirles que aún así nos acordamos de ellos y nos importan.

Y por supuesto nos acordamos mucho de los que ya no están.

Cuando un amigo o amiga – si el sentimiento es genuino da igual el sexo- te llama y te pregunta que con quien pasas ese día – sabiendo que tu familia está muy lejos- y te dice “ te esperamos a comer” o “ ven a cenar, será un placer compartir ese día” entonces sabes que aunque no profese ninguna religión tiene el más perfecto y hermoso espíritu cristiano o navideño que podamos pedir.

Alzo mi copa por mi francesa amiga y su familia que me incluyeron como a una más en su mesa de Nochebuena, y me hicieron sentir realmente en familia. Mi colombiana amiga que el 25 me invitó a sumarme a su celebración navideña también en familia, recién agrandada con la llegada de “Charlie” que con sólo diez días de llegado a este mundo logró que no pudiéramos dejar de mirarlo -como no hacerlo siendo la pura exaltación de la vida-

Alzo también mi copa por todos los que de una u otra forma expresan su espíritu navideño-cristiano que no es otra cosa que ser buena gente, solidario, generoso, abierto, bien dispuesto, y amoroso con el prójimo.

Realmente no importa el nombre, la etiqueta o la definición, yo brindo por la buena gente que es buena todo el año pero que en estas fechas se esmera un poco más y hace realmente cosas hermosas, da su amor de manera espontánea y se siente feliz de dar.

Deseo que en estas fechas todos puedan sentir un poquito al menos, de todo el amor que yo he recibido en estos últimos días. Felicidades, así con mayúsculas, y que todos podamos dar y recibir amor que es la única moneda de cambio que no pueden destrozar ni la inflación, ni la continuidad o no del euro, ni los bancos ni los mercados ni los gobiernos, ni la derecha ni la izquierda ni la crisis, por más que lo intenten.


lunes, 12 de diciembre de 2011

Viaje de vuelta

En la Argentina podés esperar que cualquiera te diga un piropo, menos el señor de migraciones del aeropuerto.
Normalmente son como inspectores de policía esperando detectar algún delincuente tratando de salir del país con pasaporte falso.

Llega mi turno en la fila, me acerco a la ventanilla:

- Buenos días y le doy mi pasaporte con las tarjetas de embarque de ambos vuelos, - uy le di todo -pienso en voz alta-

Levanta su cabeza y se queda mirándome.

Sonamos pensé, ya metí la pata, y como el señor seguía mirándome, se me escapó la risa y la pregunta: que pasa?
Nada, responde como lo más normal, es que como en la foto del pasaporte te estás riendo, quería que te rieras para comprobar que sos la misma, además tenés una sonrisa muy linda
Ah, gracias -alcancé a decir en medio de la sorpresa-
Ya te habrán dicho muchas cosas durante el viaje, o no? (pregunta retórica)
Jajaja, si al final va a ser verdad que los argentinos siempre le dicen cosas lindas a la mujeres – como si yo no fuera argentina y y no supiera como son los hombres argentinos-
Volvé, volvé...
Jajaja, me alejé riendo y pensando: buena despedida.

Me entretuve mirando un poco de todo por el Free Shop y al subir al avión, llego a mi asiento, subo mi equipaje de mano y me siento, pero no me acomodo demasiado a la espera que lleguen mis compañeros de los asientos de la ventana, y el medio. Yo pedí pasillo. Cuando uno viaja solo, es preferible no tener que despertar al señor que ronca nuestro lada para ir al toilet a las 3 de la mañana.

Grande y grata fué mi sorpresa al comprobar que ya habían embarcado todos los pasajeros y ninguno estaba a mi lado!! Toda la fila de asientos sería para mi solita! .

Fui gran parte del viaje estirada cuan larga soy – que no es tanto- comodamente. No dormí, pero al menos llegué relajada y sin dolor de piernas y espalda. Todo un lujo viajando en clase turista.

Antes, a mitad de la noche o no se que hora, pero allí arriba estaba oscuro, una chica joven y rubia, se ofrece a “salvarme” de tres moscardones italianos que al lado de la mesita autoservicio, de las bebidas al final del avión, hacían circulo a mi alrededor y preguntaban: -argentina? parla italiano?. Y yo que sólo había ido a tomar agua! Por suerte apareció ella, y nos pusimos a charlar. Terminamos descubriendo que teníamos unas cuantas cosas en común: el nombre, el barrio en Buenos Aires, habíamos viajado en las mismas fechas y más cosas que luego nos contamos en la escala en Roma para tomar el siguiente vuelo a Barcelona.

En el siguiente avión, mi compañero de asiento resulta ser un joven que también venía desde Buenos Aires. Me ofrece chicles: -gracias, no soy de chicle. Se ríe. Me ofrece Sugus confitados! Esto si que es irresistible. - Los Sugus de mi infancia- confieso- vale, gracias- y acepto abrir la caja y comerme un caramelo. El es italiano y no sabe que lo que es un Sugus confitado , se lo explico, - para mi eran una fiesta en los recreos del cole- nos reímos. La siguiente hora y media del viaje charlamos como si nos conociéramos de toda la vida, con la misma naturalidad y el relax que da una amistad de mucho tiempo.

Nos despedimos al salir del aeropuerto cada uno en busca de su transporte a casa.

El chofer del taxi, también resulta conversador y amable.

Finalmente 26 horas después de salir para el aeropuerto de Ezeiza en Buenos Aires y tomar dos aviones, llegué a mi casa de Barcelona cansada pero feliz.

Feliz de haber vivido un hermoso reencuentro con la familia y los amigos.

Feliz de volver con la sensación de que mi casa de acá, me recibe tan amablemente como me despidió mi gente allá.

A pesar de que el frío que nos recibió en el aeropuerto derivó en un resfriado con tos siento que he iniciado este retorno con buen pié, es como un buen augurio.

Los resfriados y la tos van y vienen, las buenas vibraciones perduran.


lunes, 5 de diciembre de 2011

El sabor de la mezcla

Segundas impresiones, o primeras conclusiones o lo que resulta de empezar a sentir la mezcla de culturas de las dos orillas.


Podría empezar con la frase de la canción de Facundo Cabral “no soy de aquí ni soy de allá” ahora siento que soy de todas partes, sí, soy de aquí, pero también de allá. La experiencia migratoria es sin duda enriquecedora y nos convierte en una mezcla rara de Musetta y de Mimí –como dice el tango - que a partir de ahora nos acompañará siempre.

Ya no somos los que fuimos, somos un producto nuevo, mejorado a mi entender. Uno que conserva lo mejor de su esencia, adquiere naturalmente lo que provee la nueva cultura y se va despojando lentamente de todo aquello que ahora reconoce que no le hacía sentirse orgulloso de poseer.

Uno adquiere esa elasticidad que permite disfrutar de lo diferente, apreciar lo bueno sin importar de donde venga, reconocer que hay bueno y malo en todos lados, en la cocina de casa también.

Y que esas actitudes humanas que nos provocan gran desagrado o profunda tristeza pueden tener múltiples nacionalidades, la nuestra también. Y que todo lo que es maravilloso en el ser humano, también está presente en todas las culturas: en la nuestra y la que nos acoge.

Irse de casa, mudarse a otro país, cambiar de cultura, jugar de visitante en vez de ser local, ser el de fuera, el que tienen que aprender las costumbres, el idioma, y la historia de los otros. El que tiene que hacerse un lugar, el que va a donde nadie lo está esperando. El que cree que la vida está allí a donde vaya, y va a su encuentro, aceptando lo que hay, probando lo nuevo con curiosidad y ganas de aprender, degustándolo todo como si fuera un plato nuevo. Este nuevo ser que encuentra su par en todo aquel que ha transitado su mismo camino y desde allí se siente comprendido.

El tiempo pasa y en los reencuentros se aprecian las diferencias entre lo que nos gusta de cada orilla y lo que no. Lo que seguimos teniendo en común con los amigos y lo que no, lo que acerca y lo que distancia.

Somos una raza nueva, que se entiende a sí misma, que comparte sus códigos. Una cultura nueva que proviene de la mezcla de todas las culturas que la forman, y que tiene como hilo conductor o común denominador el respeto por la diferencia y el gusto por lo nuevo, la capacidad de sacar lo mejor de todo y de hacer ese plato combinado en el cada uno aporte lo que tiene.

Celebro la creación de este nuevo plato de la gastronomía moderna y de todos aquellos a ambas orillas que se atreven a probarlo a entenderlo y a apreciarlo.

Bon profit.